Dietista integrativa y futura psiconeuroinmunóloga (PNI), especializada en enfermedades autoinmunes, trastornos metabólicos y salud hormonal de la mujer. 

Al igual que el resto de mis compañeras, también soy una mujer PAS con un fuerte sentimiento de empatía que me lleva a querer ayudar a las personas. Además, soy muy curiosa y pragmática y nunca dejo de investigar e intentar dar con la solución de aquello donde haya puesto el ojo.

Se podría decir que gracias a esta cualidad, mi vida dio un giro de 180 grados y he pasado de ser paciente a terapeuta. 

Ojalá pudiera continuar mi descripción diciendo que siempre me ha gustado la nutrición y los hábitos saludables, pero para nada ha sido así. Es más, diría que durante muchos años me olvidé de cuidarme hasta que no tuve más remedio. 

A mis 16 años comencé con todo tipo de dolores que no tenían aparentemente relación entre ellos: dolor de estómago, de regla y hasta de lumbares. Me diagnosticaron Síndrome de Intestino Irritable, diciéndome que eran mis nervios los que causaban que tuviera diarreas casi cada día. No solamente me dieron un diagnóstico que a día de hoy sé que es un síntoma más, sino que encima me culpabilizaron como la causante de mis diarreas, cólicos, vómitos y hasta anemias. Sobra deciros que no me considero una persona en absoluto nerviosa, lo que me sucedía era que vivía enferma. 

Durante años asumí todo ello, me centré en mis estudios de Derecho y después en mi carrera como abogada y decidí tomarme la píldora para que al menos los dolores de regla no interfirieran en mi vida (¡solo me faltaba eso!). Pero el cuerpo sigue dando avisos y al mío solo le quedaba comenzar a chillarme: continuaba con diarreas cada 2-3 días y sin motivos aparentes, sufría de ardores, náuseas, vómitos, sudores nocturnos, dolor crónico de lumbares, cansancio,… ¡y solo tenía 27 años! Seguramente ese fue el comienzo de mis problemas de autoinmunidad. 

Así que un día decidí dejar mi carrera como abogada en la que pasaba más de 12 horas delante de un ordenador y sufría un estrés constante para detenerme y obligarme a pensar si esa era la vida que quería. Leí sobre muchos temas incluida la alimentación, pero lo que me hizo dar el paso a estudiar nutrición fue el diagnóstico de diabetes tipo II de mi madre, a la que le pautaron una dieta de 1200 calorías (a una mujer que más bien le faltan kilos), sin explicarle nada más. Bueno, ¡eso y que me encanta la cocina! 

Actualmente continúo formándome en PNI porque como he dicho al principio, tengo que buscar la causa de todo. La psiconeuroinmunología, junto con la medicina funcional o integrativa, es una rama de la ciencia que me ha aportado la visión del ser humano como un todo y que, como tal, nuestros síntomas no pueden tratarse de forma aislada ni pueden solucionarse tomando una pastilla para toda la vida.

Si no buscas la causa que lo ha desencadenado, el problema volverá una y otra vez.